En el último trimestre se creó empleo temporal, pero se destruyó indefinido.
Dualidad. Ésta es la palabra maldita del mercado laboral español. Y la reforma laboral que hace un año aprobó el Gobierno no parece que haya servido para cambiar esto. El porcentaje de asalariados con contrato indefinido apenas ha subido. No sólo eso, sino que en el último trimestre, el de los 225.000 parados menos, se ha destruido empleo fijo, mientras crecía el temporal.
El Ministerio de Empleo ha anunciado que revisará las cifras, para saber si la norma aprobada en 2012 está dando resultados. En este aspecto, parece que hay margen de maniobra. Sin embargo, las propuestas encaminadas a poner coto en esta cuestión no han tenido éxito. FMI, BCE, institutos de estudios o el Banco de España: todos ellos han pedido que se avance hacia el contrato único (ya sea verdaderamente único o con unas pocas modalidades) y el Gobierno lo ha rechazado de plano, con el apoyo de oposición y sindicatos.
Cuando se analizan las causas de la anormalidad del mercado laboral español (con una tasa de desempleo del 25%, cuando en Europa la media apenas llega al 11%) todo el mundo mira hacia una estructura productiva absurda, que divide a los trabajadores entre fijos y temporales.
Porque la rapidez con la que se destruye empleo en España tiene mucho que ver con esto. También la baja productividad. Los temporales no sólo son despedidos a las primeras de cambio, sin tener muy en cuenta su desempeño, sino que sus posibilidades de desarrollar una carrera convencional son muy reducidas.
Se suponía que uno de los objetivos de la reforma laboral era acabar con esta situación. Para lograrlo, se crearon nuevas modalidades de contratación indefinida. Pero no ha funcionado. Parece que el problema de España no está en los tipos de contratos (de hecho hay más que en otros países de nuestro entorno).
Los datos
De esta manera, según la última EPA, en junio de este año había en España aproximadamente 13,7 millones asalariados, de los que 10,6 millones tenían contrato indefinido y 3,1 temporal. Esto supone un porcentaje de fijos del 76,8% del total, cuando hace un año eran el 76,3%. Un incremento mínimo.No sólo eso. Desde el Gobierno se ha repetido que el último ha sido el mejor trimestre de la crisis. Pues bien, en esos tres meses (de abril a junio), el número de asalariados con contrato indefinido ha caído en 50.400, mientras que el de temporales subía en 162.200. Es decir, que ahora que parece que estamos parando la sangría del paro, lo hacemos de forma precaria.
Pérdida y acceso al empleo por tipo de contrato
En cuanto vuelvan los problemas, serán estos trabajadores los que primero saldrán por la puerta. Y también será complicado que las empresas gasten dinero en formarles o que ellos quieran progresar dentro de una empleo que saben que tiene fecha de caducidad.
Observatorio Laboral
Como cada trimestre, una de las mejores herramientas para analizar el comportamiento del mercado es el Observatorio Laboral de la Crisis que publica Fedea. Según sus datos, unas 590.000 personas con contrato con duración determinada han perdido su empleo entre abril y junio y a cambio unas 750.000 lo han encontrado. En el caso de los indefinidos, las cifras son 284.000 pérdidas y 178.000 altas.De acuerdo a los datos de Fedea, ser menor de 25 años aumenta un 60% la posibilidad de perder el empleo respecto a un individuo de las mismas características de entre 25 y 34 años: "este hecho nos alerta de la enorme rotación laboral a la que se enfrentan los individuos más jóvenes". Del mismo modo, la probabilidad de perder su empleo para un individuo con educación secundaria es entre un 70 y un 90% mayor que para un universitario en su misma situación. Esto quiere decir que incluso dentro de los temporales hay categorías. Y que los más jóvenes o los menos formados lo acusan mucho más cuando están en esta situación.
Eso sí, en cualquier caso, "tener un contrato temporal multiplica por ¡tres! la probabilidad de perder el empleo entre trabajadores que tienen la misma edad, educación, nacionalidad, sexo e incluso antigüedad en el puesto de trabajo".
De esta manera, los datos corroboran una intuición muy extendida: que el tipo de contrato es un factor determinante cuando el empresario tiene que tomar decisiones sobre la continuidad de la plantilla. La productividad, profesionalidad o grado de compromiso pasan a un segundo plano y se acaba eligiendo al que sale más barato, algo que al final repercute en la competitividad de la empresa (y del país).
Esta situación es excepcional en Europa. Pero nada en los últimos años se ha hecho para cambiarlo. En otoño se anuncian novedades. Habrá que ver hasta dónde llegan. Mientras tanto, el mercado laboral español, sigue siendo dual.
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