Tres décadas de reformas laborales
1980. Estatuto de los trabajadores: el origen
El 14 de marzo de 1980, el Boletín Oficial del Estado publicó la primera gran norma laboral:
El Estatuto de los Trabajadores. La referencia de todas las
modificaciones que se han producido hasta la fecha. La patronal, CEOE, y
la Unión General de Trabajadores alcanzaron un acuerdo para apoyar el
proyecto de Ley del Gobierno de UCD que establecía un nuevo marco de
relaciones laborales y negociación colectiva y dejaba atrás un escenario
laboral heredado del franquismo. La norma que contó con el rechazo de
CC OO fue intensamente debatida se revisaron 803 enmiendas antes de
aprobar la estructura principal de la que se desarrollan los principales
derechos y obligaciones de los trabajadores.
1984. Bienvenida a la temporalidad
En octubre de 1984, el Gobierno de Felipe González aprueba con el apoyo de la CEOE y de UGT el Acuerdo Económico y Social,
que desarrollaba diferentes aspectos de la negociación colectiva e
introducía aspectos novedosos para la época como incentivos fiscales a
la inversión, protección a los desempleados, revalorización de
pensiones, formación profesional y, sobre todo, traía nuevas modalidades
de contratación temporal. Este conjunto de reformas sociales trajo un
fenómeno contra el que, posteriormente, todos los Gobiernos han luchado:
la flexibilización de la temporalidad. La norma fue aprobada durante
una época convulsa en el que el paro se situaba por encima del 20%. El
mecanismo de la temporalidad propició dos millones de contratos en los
nueve años siguientes pero España logró la tasa de temporalidad más alta
de Europa.
1992. El plan de convergencia trae más temporalidad
Este
año fue el del escaparate para España. Se mostro orgullosa como
organizadora de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona,
pero durante los fastos el ministro de Economía de la época, el
socialista Carlos Solchaga, puso en marcha una serie de reformas para
que España pusiera el rumbo a la Unión Europea. Bajo el título de plan
de convergencia, el ejecutivo de Felipe González aprobó un decretazo que soliviantó a los sindicatos porque recortaban las prestaciones por desempleo
que también establecía nuevos incentivos para la temporalidad. Tras una
sonada huelga general, celebrada el 28 de mayo, Solchaga emprendió la
reforma del Instituto Nacional de Empleo (Inem) y del sistema de
Formación Profesional. Un año después se autorizaron las empresas de
trabajo temporal.
1994. La “solución” del despido colectivo
El
27 de enero de 1994, el Gobierno de Felipe González padecía una nueva
huelga general convocada por los sindicatos mayoritarios. Tras 12 años
de Gobierno los socialistas daban muestras de desgaste. Seis meses
después del paro sindical el entonces ministro de Trabajo, José Antonio
Griñán (hoy presidente de la Junta de Andalucía) aprobó una nueva reforma laboral
que afectaba a los despidos, la movilidad y la negociación colectiva.
El malestar sindical se acentuó porque la reforma ampliaba las causas
objetivas del despido, hasta entonces se limitaban a cuestiones
económicas y tecnológicas. A partir de entonces se tienen en cuenta las
causas organizativas, que prevé en algunos casos una indemnización de 20
días por año. Además, se autoriza a las empresas a despedir sin
autorización al 10% de la plantilla y se legalizan las empresas de
trabajo temporal. Con esta reforma se ampliaron las posibilidades del
despido colectivo y se popularizaron los contratos en prácticas.
1997. El contrato de 33 días para jóvenes y mujeres
La primera reforma laboral del Gobierno del PP de Aznar
contó con el respaldo de patronal y sindicatos. Javier Arenas, que
ahora compite con Griñan por la presidencia de Andalucía, ocupaba la
cartera de Trabajo y fue el encargado de impulsar este cambio. El
objetivo de este nuevo cambio en el mercado laboral, que entró en vigor
el 17 de mayo de 1997,consistió en reducir la temporalidad, que en aquel
momento afectaba al 35% de los trabajadores. El punto central de este
acuerdo fue la creación del contrato laboral de carácter indefinido con
un coste por despido de 33 días por año trabajado, frente a los 45 de
aquel momento, dirigido a jóvenes, mujeres y mayores de 45 años.
2001. Se limitan los contratos eventuales
En marzo de 2001, el Gobierno del PP aprobó por decreto la reforma laboral con una amplia oposición de los sindicatos.
Lo que le obligó cuatro meses después, el 10 de julio, a tramitarla
como ley. A pesar de eso, la reforma se vendió como una ampliación de la
anterior para ampliar el plazo de los contratos de fomento de empleo
que vencían ese año. Por eso, el objetivo de esta reforma consistía en
ampliar el contrato fijo de fomento del empleo a nuevos colectivos,
manteniendo la indemnización de 33 días por año. Además se encarecen los
contratos temporales al aplicarles una indemnización de ocho días y
flexibiliza el contrato a tiempo parcial. Además, se reduce la duración
máxima del contrato eventual desde 13,5 meses a 12 meses. Otras
novedades de este nuevo cambio normativo eran de los contratos de relevo
para trabajadores mayores de 65 años. Se introdujeron los permisos de
maternidad y paternidad y se penalizaron las cotizaciones para los
contratos temporales de menos de siete días (se subía un 36% la cuota
empresarial a la Seguridad Social por contingencias comunes).
2006. Lucha contra la precariedad
El Ejecutivo socialista de Rodríguez Zapatero recuperó el diálogo social para emprender una nueva reforma laboral.
Eran los años del optimismo económico impulsado por el sector
inmobiliario. El principal problema del mercado laboral español era la
precariedad y el principal objetivo de esta reforma era poner coto a la
temporalidad. Así este cambio normativo limitó el encadenamiento abusivo
de contratos. Se obligaba a las empresas a hacer fijos a los
trabajadores con dos o más contratos temporales. La medida afectaba
también a los contratos suscritos con empresas de trabajo temporal. Se
subvenciona la conversión de contratos temporales en indefinidos y se
permite que los contratos eventuales firmados antes de 2008 pasen a
fijos mediante una reducción del despido a 33 días por año. La reforma
se tramitó por decreto ley para agilizar su puesta en marcha.
2010. El cambio que abrió la puerta al despido barato
En plena crisis económica y acosado por los mercados, el Gobierno de Rodríguez Zapatero aprobó su segunda reforma laboral
cuyo principal objetivo consistió en abaratar el despido y agilizar la
contratación. Cuando fue aprobada el 17 de junio de 2010 fue calificada
como la reforma de más calado de los últimos 20 años por el Ejecutivo
socialista. La reforma provocó una respuesta airada de los sindicatos
que convocaron una huelga general tres meses más tarde. Con la norma se
pemitió que las empresas que justifiquen una situación económica
negativa podía indemnizar con 20 días por año, frente a los 45 días del
despido improcedente. Se universaliza el contrato de fijo con una
indemnización de 33 días. Se permite que las empresas con apuros
económicos puedan cambiar las condiciones de trabajo de los empleados.
Como contrapartida se puso coto al contrato eventual por obra o
servicio.
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